jueves, 21 de mayo de 2009

Como llorar en tres sencillos pasos...

Solo haga click en cualquiera de los enlaces presentados a continuación:

1. Busque algo que le genere escozor.
2. Contemple y permita que su corazón sienta el absurdo de la situación.
3. Una vez se sienta impotente ante el orden de las cosas, llore...

Si lo anterior no surtió efecto, debería reconsiderar en bajar su dosis de Diazepam, en verdad lo tiene adormilado y obnubilado...

Pd. Ahora pues, si para llorar requiere sentir algo mas cercano a ud...

Cosmología kogui

Primero estaba el mar, todo estaba oscuro. No había sol, ni luna, ni gente, ni animales, ni plantas. El mar estaba en todas partes. El mar era la Madre; la Madre no era gente, ni nada ni cosa alguna. Ella era espíritu de lo que iba a venir y ella era pensamiento y memoria.


Reichel-Dolmatoff, Gerardo. 1985. Los Kogi. Una tribu de la Sierra Nevada de Santa Marta. Nueva Biblioteca colombiana de cultura. Tomo II. Procultura, Bogotá.

lunes, 9 de febrero de 2009

El soldado dormido - Arthur Rimbaud

Un hueco en la espesura donde un río cantante
ensarta entre las yerbas locamente jirones
de plata; donde el sol, desde el monte arrogante,
brilla; un valle en que hierven claras irradiaciones.

Entreabierta la boca, desnuda la cabeza
y la nuca en los berros azules, un soldado
duerme; se halla tendido en la fresca maleza,
blanco en su lecho verde donde el sol ha llorado.

Duerme entre los gladiolos y sueña junto al río
sonriendo como un niño que la fiebre consume.
Naturaleza, mécelo con calor; tiene frío.

Duerme en medio del sol con la mano en el pecho
inmóvil. Ya no aspira su nariz el perfume.
Tiene dos manchas rojas su costado derecho.

Arthur Rimbaud

Los pobres - Émile Verhaeren

Hay así pobres corazones
con inmensos lagos de llanto,
tan blancos como las legiones
de tumbas en un camposanto.

Hay así espaldas tan cargadas
con sus fardos y con sus penas
como el techo de las moradas
sepultadas en las arenas.

Hay así manos, pobres manos
que ruedan, como hojas muertas,
sobre los caminos lejanos
y también ante nuestras puertas.

Hay así míseras miradas,
dulces, buenas y fraternales,
más tristes que las resignadas
miradas de los animales.

Hay así gentes, pobres gentes
en que la miseria se aferra,
gentes cansadas e indulgentes
que sufren en toda la tierra.

Émile Verhaeren