Hay así pobres corazones
con inmensos lagos de llanto,
tan blancos como las legiones
de tumbas en un camposanto.
Hay así espaldas tan cargadas
con sus fardos y con sus penas
como el techo de las moradas
sepultadas en las arenas.
Hay así manos, pobres manos
que ruedan, como hojas muertas,
sobre los caminos lejanos
y también ante nuestras puertas.
Hay así míseras miradas,
dulces, buenas y fraternales,
más tristes que las resignadas
miradas de los animales.
Hay así gentes, pobres gentes
en que la miseria se aferra,
gentes cansadas e indulgentes
que sufren en toda la tierra.
con inmensos lagos de llanto,
tan blancos como las legiones
de tumbas en un camposanto.
Hay así espaldas tan cargadas
con sus fardos y con sus penas
como el techo de las moradas
sepultadas en las arenas.
Hay así manos, pobres manos
que ruedan, como hojas muertas,
sobre los caminos lejanos
y también ante nuestras puertas.
Hay así míseras miradas,
dulces, buenas y fraternales,
más tristes que las resignadas
miradas de los animales.
Hay así gentes, pobres gentes
en que la miseria se aferra,
gentes cansadas e indulgentes
que sufren en toda la tierra.
Émile Verhaeren
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